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Adiós a los coches sin etiqueta, ¿pero a costa de qué?

Adiós a los coches sin etiqueta, ¿pero a costa de qué?

El próximo año marca un punto crítico en la movilidad urbana en España, ya que, a partir del 1 de enero de 2025, los vehículos sin etiqueta ambiental verán restringida su circulación en grandes ciudades como Madrid. 

Si bien el objetivo es reducir la contaminación, esta normativa no está exenta de críticas. ¿Cómo afecta realmente a quienes dependen de su coche, especialmente aquellos que no pueden costear un vehículo nuevo y «eco»?

¿De qué hablamos con las etiquetas?

La DGT ha establecido un sistema de etiquetado ambiental que clasifica los vehículos en cuatro tipos según su tecnología y emisiones, permitiendo que solo los vehículos etiquetados puedan circular en zonas de bajas emisiones (ZBE):

  • Etiqueta B y C: Vehículos de gasolina y diésel matriculados a partir de 2001 y 2006, respectivamente.
  • Etiqueta ECO: Vehículos híbridos y de gas. En esta categoría se incluyen desde modelos de bajas emisiones hasta coches con motores potentes y altos consumos.
  • Etiqueta CERO: Híbridos enchufables y eléctricos puros.

¿Es realmente justa la clasificación?

Una de las mayores quejas reside en la falta de coherencia entre las etiquetas y las emisiones reales de cada vehículo. Hoy en día, coches que pueden emitir una gran cantidad de CO2 debido a su diseño, aunque tengan tecnología híbrida leve (MHEV), son beneficiados con la etiqueta ECO. Un coche de combustión bien mantenido y con bajas emisiones, pero sin etiqueta, será considerado no apto para circular en las ciudades.

Contradicciones que generan desigualdad

Esta normativa ha sido criticada por no tener en cuenta las emisiones reales de los vehículos, sino solo el tipo de tecnología o el año de matriculación, sin una revisión de la emisión de cada vehículo. Así, un coche con sistema MHEV, aunque consuma tanto como un coche sin etiqueta, puede circular libremente, mientras que otros más eficientes quedarán limitados.

¿Qué significa esto para el conductor promedio?

En términos prácticos, quienes poseen coches sin etiqueta serán quienes más sufran esta normativa. Muchos de estos conductores se enfrentan a restricciones de circulación simplemente porque no pueden costear un nuevo coche «eco» y dependen de su vehículo para sus desplazamientos diarios. La medida afecta especialmente a quienes viven en las afueras y dependen del acceso a la ciudad.

Además, la infraestructura de transporte público y la falta de alternativas asequibles hace que la situación sea particularmente difícil para quienes no pueden permitirse una sustitución.

Reflexión final

Es indiscutible que debemos reducir la contaminación, pero el sistema actual de etiquetado tiene inconsistencias importantes que perjudican a muchos conductores sin necesariamente beneficiar el medio ambiente. ¿No sería más justo un sistema que evaluara las emisiones reales de cada vehículo? En una transición hacia una movilidad más limpia, es fundamental que las políticas sean inclusivas y justas.

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